TANNED TIN 2003, Centro Cultural Caja Cantabria, Santander. 6, 7 y 8 de Noviembre.

Viernes 7

De prolegómenos, el viaje en tren hasta Santander, lleno de increíbles paisajes, y un repaso a los artistas que iban a actuar en el festival. Vías y ritmos que nos acompañaron hasta la capital cántabra. Lo primero, nada más bajar del tren, visitar el mar.
Aunque habíamos ido una hora antes hasta el Centro Cultural Caja Cantabria a por las entradas, el desconocimiento de lugares cercanos para cenar un viernes en Santander nos hizo llegar al festival cuando sus inauguradores habían comenzado. Con un orden formal estricto, no pudimos entrar hasta los aplausos entre canción y canción. Al entrar, la banda estaba ejecutando sus piezas de post rock con muchas ganas. Detrás de ellos, proyecciones de paisajes industriales, máquinas trabajando repetitivamente, grandes pilares de metal. En los aproximadamente 30 minutos que pudimos contemplar, Miztura completaron un concierto apasionante y lleno de fuerza. Algo en su sonido me recordó que A Room With A View estaban confirmados para esta quinta edición del festival. No pudo ser. Pero los de Euskadi lo hicieron a la perfección. Para recordar, Sacrifice. Imposible empezar mejor el festival.
Momento para situarse. Las prisas nos habían hecho no poder observar cómo estaba montado aquello. Pero ahora había unos minutos. Dentro, un teatro de moderno interior, y un juego de luces y sonido en el escenario inmejorable. Fuera, buen ambiente. Gente compartiendo impresiones, bebiendo y conversando. Unos stands muy majos de la gente de Acuarela y de Green Ufos (en el que estaba presente el propio Rafa Green Ufos) como referencia para saciar los impulsos consumistas de los presentes, y en dónde a lo largo del festival se irían viendo a componentes de Berg Sans Nipple o de Do Make Say Think, por ejemplo, vendiendo sus propias grabaciones. Buen trato, buenos discos y buenos precios. Y camisetas claro, que no falte.
Al aviso por la megafonía del recinto, una gran minoría nos dirigimos hacía el interior de la sala. Gran minoría, porque aunque no éramos pocos, había sitio más que de sobra. Lo extraño es que todas las localidades estaban agotadas desde días antes a la celebración del evento. Después de darle un par de vueltas en la cabeza surgió una convincente deducción: más de un acreditado prefería hacer vida social fuera de los conciertos.
Una vez dentro, nos estaban esperando Abel Hernández y Coque Yturriaga para presentarnos en directo lo nuevo de Emak Bakia. En un corto pero intenso concierto fueron descubriendo algunas piezas de su 'Frecuencias De Un Rojo Devastador'. Imprimiendo el ritmo en las paredes de toda la sala, dieron una lección de pop electrónico de cut'n'paste, un collage más acentuado aún si cabe que en su trabajo en el estudio. Se atrevieron con la versión de la canción que da nombre a su anterior EP, 'Un Cuerpo Extraño', pero sin la milagrosa voz de Thalia Zedek, lo que dejó huérfano de madre al tema. Sin ser presuntuosos, con su par de ordenadores y guitarra, consiguieron menear la cabeza de más de uno.

Poco después del dúo madrileño, At Swim Two Birds. Quigley, 50% de The Montgolfier Brothers venía a presentarnos su primer trabajo en solitario bajo la firma de At Swim Two Birds. Presentándose a si mismo como compositor de canciones tristes y depresivas, se escondió sentado en una esquina del escenario, y cerca de una guitarra y un mando a distancia, empezó su actuación. La primera sorpresa fue ver que la música era sampleada, aunque acompañada por frecuentes acordes de guitarra improvisados. Quigley, en estado de abatimiento físico y moral, o por lo menos con esa pose, iba cantando sus composiciones mientras detrás suya se iban proyectando sus letras a modo karaoke, o fotos de ex novias suyas. Describir la situación es sencilla, no tanto los sentimientos que se desprenden al ir adentrándose poco a poco en el concierto de este artista. La sutilidad y fragilidad con la que iba desarrollando su actuación, mezclado con el sincronismo entre voz y pantallas, fue haciendo del momento algo para disfrutar por dentro, para pensar, para recordar. Quigley nos trasmitió justo lo que buscaba. Los momentos más emotivos fueron If I Sit Still, Things We'll Never Do, y, personalmente, I Need Him, o la declaración de abandono capaz de arrancar una lágrima del que prestaba atención. Un concierto que en principio parecía carente de interés(no por falta de calidad en su disco, sino por esa extraña actitud del comienzo) y que se convirtió en uno de los momentos más íntimos de la noche.

 

Los minutos de descanso entre actuaciones eran la excusa perfecta para levantarse a dar una vuelta; Echar un vistazo, fumar algo, beber un poco, el baño, comentarios rápidos sobre lo visto, y a afrontar con ganas renovadas la siguiente actuación.

 

Julie Doiron fue la encargada de tomar el relevo minutos después. La primera vez de esta tímida (¿pose o realidad?) canadiense en nuestro país según ella misma adelantaba al comienzo de su actuación. Allí arriba solo estaba ella, su voz, y su guitarra. La voz de Julie Doiron y su forma de utilizarla es realmente emocionante. Suavemente, acompasada, melosa y melódica, nos traslada a un mundo de sensibilidad a flor de piel. Acompañando su voz, suaves toques de guitarra para transformarlo todo en un folk íntimo y penetrante. A cada canción de la artista canadiense se sucedían largas series de aplausos, y sinceros agradecimientos por su parte. Cada canción era un paso más hacia la evasión local. En momentos, sólo se sentía la presencia de Julie Doiron en cualquier esquina, en todos los rincones. Una actuación muy intensa con una culminación increíble. Poco a poco, desnudándose de su guitarra delicadamente, Doiron acabo su actuación con su mejor arma como único elemento en juego, su voz. Esta era su primera visita, esperamos que venga muchas más veces.
A la dulce claridad de Julie Doiron siguieron las oscuras atmósferas de Matt Elliott. El que fuese líder de The Thrid Eye Foundation venía a presentar su 'The Mess We Made' por el país, y una de las fechas elegidas había sido este festival. Su puesta en escena consistía en él y una multitud de instrumentos electrónicos y alguno más clásico y en un compañero al Violonchelo. A los pocos segundos del comienzo de la actuación, el recinto estaba completamente inundado de sonidos inquietantes, tenebrosos, contundentes. Con un sentido del ritmo cercano a las pistas de baile, este niño prodigio en grande iba intercalando paisajes cerrados, drill'n'bass, break beat, envolturas de creciente tensión, sonidos esquizoides, voces en grito superpuestas y panoramas incisivos llenos de ruido. El de Bristol dió un concierto absorbente al máximo
Y para echar el velo definitivo a esta primera jornada, ¿qué mejor que Early Day Miners? La banda de Bloomington, pieza clave del slowcore actual, venía de hacer un concierto memorable en Madrid la noche anterior, y aquel que íbamos a disfrutar no podía ser menos. Empezaron suave, instrumental, para ir acrecentando sus pausados ritmos con transiciones casi imperceptibles. Detrás de ellos, proyecciones de paisajes cotidianos y reconocibles, parecía que se tratase del viaje hecho de Madrid a Santander, o cualquier trayecto entre pueblos de la península o del Mediterráneo. La proyección, la iluminación y la música templada de la banda iban haciendo del cierre del Viernes uno de los momentos más disfrutados por todos. Los de Indiana iban ejecutando con maestría las piezas de sus trabajos en estudio. Mención especial para el batería, Rory Leitch, a la derecha del escenario, convirtiendo lo sensible en agresivo en solo dos segundos, marcando a la perfección el camino al resto de compañeros. 'Jefferson At Rest' era el que venían a presentar, pero no se olvidaron de su predecesor. Poco a poco, su letárgico vaivén lleno de subidas de tensión se fue acabando. Y para cerrar, Offshore, con un contundente y alargado final.

 

Sin querer abrir demasiado los ojos para no perder el ritmo imprimido en nuestro interior por Early Day Miners, y sin que aun fuese de día en Santander, descansamos los sentidos hasta la mañana siguiente

Sábado 8

La noche del Sábado provista de un alto grado de emoción (muchas ganas de ver a Do Make Say Think). Los grupos que fueron desarrollando ante nosotros sus propuestas, lejos de hacernos pensar más en los canadienses, fueron mostrando que por algo habían sido llamados hasta aquel emplazamiento.
Lo primero con lo que nos encontramos al entrar al teatro fue con la electrónica shoegazer de Tex La Homa. En una corta actuación, Matt Shaw presentó algunas de las canciones que componen el play list de su reciente 'If Just Today Were to Be My Entire Life'. Guitarra, electrónica de acompañamiento y un fino gusto por la melodía distorsionada y los sonidos shoegazer. Un excelente comienzo para la segunda noche fuerte del festival.
Anari había sido una de las elegidas para sustituir la baja de Calla y Black Box Recorder en esta edición del festival. Acompañada de su guitarra y de una amiga a las cuerdas y al arco, sílabas vascas iban llenando de intensidad la actuación de esta cantautora. Combinando vivencias propias con fragmentos de poetas euskeras, fue dando un repaso a los sentimientos más profundos que le acompañan. Pese a la barrera que impone el desconocimiento idiomático, el poso desgarrado y sentimental que arrastraba en sus letras se trasmitió perfectamente desde su voz y su guitarra. Una artista con mucha decisión y fuerza, justo lo que necesitábamos para ir arrancando ante lo que nos iba a acontecer.

Berg Sans Nipple saltaba a escena poco después. El dúo franco-estadounidense salió sin ningún tipo de complejo al escenario, convencidos de lo que iban a hacer. Su atípico set se componía de batería y elementos rítmicos a sus alrededores, un teclado para la otra parte del dúo y más elementos variopintos y atractivos, y seguro con curiosos nombres. Lo que no podía imaginar era que iban a ser la mayor sorpresa del festival. Combinando electrónica imposible con ritmos de batería encarnizados, sampleandose a si mismos y recurriendo a cualquier forma y estilo, del breakbeat al post rock, dinámicos, agresivos, y en otros momentos con un intimismo delicado, Berg Sans Nipple fueron exponiendo la presentación de su debut, 'Form Of', de tal manera, que el disco se ha quedado muy pequeño en escuchas posteriores al concierto. Entre los temas más acertados dentro del acierto de esta banda estuvieron canciones como Croon, Stimulus Plan B o la genial Blvd. Des Souvenirs, con la incorporación de casi media plantilla de Do Make Say Think para ayudar al dúo a crear una de las mejores composiciones de la noche. Y con la sorpresa como principal característica, un nuevo descanso para intercambiar humo antes de la actuación de los canadienses Do Make Say Think.

Todo listo, todos listos, comenzaba el festival épico de Do Make Say Think. Los siete de Toronto estaban dispuestos a presentar su nuevo trabajo, 'Winter Hymn Country Hymn Secret Hymn' ante el público español. Provistos de un set de doble batería, sección de viento, guitarras y bajo, los canadienses atacaron con ganas su último trabajo. Sin duda, fue el mejor momento del festival, y pese a la predisposición positiva con la que llegaba hasta este momento, la banda superó con creces mis expectativas. Mucho más cercanos a Tortoise que en anteriores trabajos, sus idas y venidas, pausas y silencios, escalas vertiginosas y paisajes portuarios, fuero aumentando gradualmente la tensión hasta llegar a puntos de autentico éxtasis. ¿Estaré exagerando? Yo lo que sé es que me encontré a mi mismo mordiéndome la mano atónito ante lo que estaba presenciando delante mia. Un autentico espectáculo post rockero cargado de cambios vertiginosos de ritmo, crescendos que terminan sin explotar, y explosiones que surgen sin previo aviso. Visto que muchos grupos del festival habían tenido actuaciones de 40 minutos, cada canción que iban cerrando iba pensando que sería la última, pero el concierto se extendió por más de una hora. Mención especial para el trompetista, que o es así de espontáneo o algo le habían echado en la cena. Su show paralelo, comenzado en su colaboración en el concierto de Berg Sans Nipple y durando hasta su actividad contemplativa en Hood, consistió en una lección de como desinhibirse ante el público. Bailando al ritmo de sus compañeros (ya fueran de una u otra banda), serpenteando, mirando al publico desde el filo del escenario, apuntando objetivos con su trompeta, dando vueltas sin parar por todo el recinto... y tocando a la perfección cada una de las partes que le correspondía. Sorprendente. En otro plano, Do Make Say Think, comandados a la perfección por su bajista, fueron tocando todas las piezas clave de su nuevo trabajo, así como algún tema de anteriores grabaciones. Especialmente grandes sus interpretaciones de Frederica, Auberge Le Mouton Noir, Ontario Plates, 107 Reasons Why, perfectamente reconocibles pero a la vez modificadas lo suficiente como para no saber donde acababa una canción con exactitud. Improvisación, fuerza, imaginación, todo hasta llegar a un tremendo final con una larga versión de The Landlord Is Dead, acabando, algunos podrán tacharlo de efectista, en una cima de estruendo total. Y sin poder dejar de aplaudir, sin poder situarse correctamente en las coordenadas espaciales que os correspondían, sin poder sacar de la retina lo que acabábamos de ver, se fueron encendiendo las luces y la banda empezó a recoger.
Y para recibir el testigo final, Hood y Chucho esperaban su turno. Primero saltaron los británicos, a los que habíamos visto el día anterior mezclándose entre los presentes para ver los conciertos de sus compañeros de cartel. Segunda visita de Hood al país en su carrera, y segunda en el último semestre del año. Hood salieron mucho más gamberros que en su último trabajo, 'Cold House'. Con proyecciones sobre sus espaldas, machacando a ritmos de hip hop y electrónica minimalista su pop rockero, fueron realizando un concierto sin momentos espectaculares pero plagado de buenas canciones. No hicieron I Can't Find My Brittle Youth, como tampoco la hicieron en el AV003, y más de uno nos quedamos con ganas de escucharla en directo. No pudo ser.
Y después de Hood, el extraño fin de fiesta con Chucho. Extraño por que es extraño que Chucho cierre, cuando ni presentan disco, ni su estilo se acopla demasiado a lo visto hasta el momento. La actuación más rabiosa del festival para cerrar esta quinta edición. Sonaron canciones de todas sus épocas e incluso canciones nuevas. Algún problema técnico proporcionó a Alfaro la oportunidad de mostrar su lado más cercano, haciendo alguna que otra broma sobre los problemas del directo. Una actuación tanteando el terreno en donde cumplieron con nota.
Acaba Chucho y empieza la nostalgia. Se acabó el Tanned Tin y solo pienso en la nueva edición. Un éxito a nivel musical, a nivel organizativo, se trató muy bien a la gente, tanto el personal del teatro como la gente de la organización artística, y muy acertada la elección del teatro para las actuaciones. Momentos para recordar, cruce de palabras con unos y otros y un equipaje lleno de luces para volvernos, casi sin reposo, de vuelta a Madrid.

 

 

(Agradecimientos mil a Edu de monocromo.org por las fotos y su presencia, a Carla, y a Acuarela por ser tan buen anfitrión)